Un silbo apacible y delicado [o cómo trata Dios con el desalentado]

Por Rubén Ortiz Frutis

1 Reyes 18-19

Introducción: [Elías] vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R. 19:4).

¿Por qué experiencias o situaciones te has desalentado? Repito: ¿Por qué situaciones te has desalentado o desanimado?

Observa, no pregunto si alguna vez te has desanimado: doy como un hecho que alguna vez te has desalentado o desanimado.

Si tú dijeras, o yo dijera: “Jamás me he desalentado o desanimado”. No estaríamos hablando con la verdad. La mentira y el desaliento forman el dúo de pecados que todos cometemos con mayor frecuencia. Incluso hay quienes se desalientan al mentirse a sí mismo, y otros que para justificar su desaliento o desánimo, mienten…

Haz clic aquí para abrir el documento
¡Comparte!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *