Certidumbre de la Salvación

por Rubén Ortiz Frutis

Lectura: Juan 10:7-29

Introducción: Definiciones y distinciones

Seguridad de la salvación: Dios garantiza que su don de la salvación (que incluye la vida eterna) una vez que por medio de la fe se recibe, es para siempre y no se puede perder. La seguridad de la salvación no se fundamenta en ningún tipo de experiencia personal, sino en la veracidad y gracia de Dios y en la obra del Espíritu Santo:

° De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida (Juan 5:24).

° De cierto, de cierto os dijo: El que cree en mí, tiene vida eterna (Juan 6:47).

° 4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres; 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7para que justificados por su gracia viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. 8 Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras… (Tito 3:4-8a).

Perseverancia de los redimidos: Significa que los que verdaderamente han creído perseverarán en el estado de gracia hasta el fin y, por lo tanto, son y serán salvos; observa el tiempo de los verbos:

28 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las pue-de arrebatar de la mano de mi Padre (Juan 10:28-29).

Certidumbre de la vida eterna: Se diferencia de la seguridad eterna y la perseverancia. La certidumbre consiste en la comprensión y convicción que tiene el creyente de poseer verdaderamente la salvación y, por tanto, la vida eterna. El creyente en Cristo ya posee la salvación y perseverará en la gracia, goce o no de la certidumbre de estos hechos.

{Existen miles de personas que padecen desde una ligera angustia hasta pavor a viajar en avión. Hay quienes nunca viajan al extranjero, aunque tengan la posibilidad, por no subirse a un avión, otros que se emborrachan para soportar el vuelo. Un médico, amigo mío, a su hija, una destacadísima académica a quien invitan a decenas de congresos por todo el mundo, le preparaba un coctel de ansiolíticos y somníferos para que pudiera dormir durante todo el vuelo. Todo esto a pesar de que las probabilidades de morir en un avionazo son menores que las de morir en un accidente automovilístico o por la caída de un rayo. Viajar en avión es seguro, independientemente de lo que sienta u opine

quien viaja en avión; sólo que no tener certidumbre de esa seguridad le provoca angustia, miedo y hasta pánico, incluso sin subirse al avión.}

Viajar en avión es relativamente seguro, la salvación y sus resultados —entre ellos el don de la vida eterna— no son relativamente seguros, sino absoluta e infaliblemente seguros porque depende de la veracidad y gracia de Dios y de la obra del Espíritu Santo.

Sin embargo, miles de creyentes en Cristo sufren, sin ninguna razón ni necesidad, por la falta de certidumbre de la posesión de la salvación y, por ende, de la vida eterna.

 

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